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Un nuevo día de la madre para resignificar.

Un nuevo día de la madre para resignificar.

Ser mamá no es fácil. Ser mamá primeriza, menos. Ser mamá soltera, ni te cuento. Y sin embargo, cada mayo, recibimos un "feliz día de la madre" con una cafetera nueva o un desayuno. Nos dicen gracias por ser mamá, pero nos olvidan como mujer. Este artículo no es para que llores (o sí), pero sí para que pienses: ¿qué estamos celebrando realmente? Y, sobre todo, ¿cómo podemos resignificarlo?

El origen del día de la madre tiene raíces en distintas culturas, pero se consolidó como celebración oficial a inicios del siglo XX en Estados Unidos, impulsado por Anna Jarvis, quien quería honrar a su madre, una enfermera de guerra. Con los años, esta fecha fue absorbiéndose por el mercado. La maternidad pasó a ser celebrada con regalos domésticos: licuadoras, ollas, planchas de parte del mercado y no dándole el verdadero significado a los hijos sobre este día. El mensaje implícito: "gracias por trabajar gratis, aquí tienes más herramientas para seguir haciéndolo".

Pero ser mamá no es solo criar. Es acompañar, cuidar, organizar, contener, vigilar, enseñar, escuchar, calmar, planear, cocinar, limpiar, recordar vacunas, lidiar con berrinches y noches sin dormir. Y eso solo en los primeros años. Luego vienen las tareas escolares, las reuniones, los miedos adolescentes, los duelos silenciosos, las decisiones difíciles. La lista es infinita. Y lo sabemos: el trabajo invisible de las mamás mueve el mundo.

La nueva maternidad trae consigo nuevos retos. Muchas trabajamos fuera o desde casa, otras somos mamás solteras involuntarias. Algunas tenemos redes de apoyo sólidas, otras enfrentamos todo en soledad. Lo cierto es que cada mamá necesita contención, compañía, una tribu real que abrace sin juzgar. Porque una mamá cuidada no solo es más feliz, también es más libre para ejercer todos sus roles: mujer, profesional, amiga, hija, persona.

Por eso, más que una celebración aislada, el día de la madre debe ser un acto colectivo de reconocimiento. Un llamado a valorar lo que hacemos todos los días sin aplausos ni premios. La maternidad no nos define, pero nos atraviesa. Y quienes nos rodean —parejas, familia, sociedad— deben recordarlo. Que nuestros hijos crezcan en un entorno donde se hable del valor de la maternidad, del respeto que se le debe, y del trabajo invisible que implica.

No debería ser solo un día. El día de la madre debería ser cada vez que alguien respete tus límites, cada vez que te den espacio para respirar, cada vez que alguien te diga "lo estás haciendo increíble". Porque la maternidad es hermosa, pero también agotadora. Y ser mujer no desaparece al tener hijos.

Y si hablamos de regalos... aquí van los 10 mejores para una mamá primeriza:

  1. Dormir hasta tarde sin interrupciones.

  2. Un masaje descontracturante.

  3. Una comida caliente que no tenga que preparar.

  4. Una mamadera de calidad para compartir la alimentación.

  5. Una hora de silencio absoluto.

  6. Un libro que no sea de crianza.

  7. Una tarjeta con palabras reales (no clichés).

  8. Un apoyo sincero de su tribu.

  9. Un abrazo largo con reconocimiento.

  10. Tiempo sola, sin culpa.

Mi día ideal de la madre tiene desayuno en la cama, cero culpa, una siesta larga, hijos que me miran con amor y una pareja o red que me dice: "hoy no hagas nada, te lo mereces todo". Un día para ser solo mujer, no solo mamá. Para sentir que importamos.

Si te gustó este artículo y quieres seguir resignificando la maternidad junto a nosotras, síguenos para conocer más formas de cuidar, valorar y apoyar a cada mamá. Porque la maternidad necesita amor, dignidad y comunidad. Feliz (nuevo) día de la madre 🌿

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